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El sutil arte de que te importe todo (o casi todo) un carajo.

Sobre aprender a elegir qué merece tu energía y qué podés soltar sin culpa. Inspirado en ese libro que leí a los 17 y lo terminé de entender hasta años después.

Escrito por Nacho el 25 de octubre de 2025

Leí "El sutil arte de que te importe un carajo" a los 17. Algunas cosas las entendí y las apliqué, pero otras no. Lo volví a leer hace poco y me pegó como piña en la cara. Resulta que el problema no era el libro, era yo que todavía no había vivido suficiente mierda como para entender de qué hablaba.

A los 17 sos un boludo (y está bien)

Cuando tenés 17, generalmente todo te importa. TODO. Qué piensan de vos, si la que te gusta vio tu historia, si tus amigos te dejaron en visto, si ese comentario random en Instagram era indirecta para vos. Vivís en un estado constante de ansiedad por cosas que, mirándolas ahora, eran una pelotudez.

Leí el libro porque lo había visto en un video de youtube y me interesó el titulo. "Ah, mirá, un libro que te enseña a no dar bola a nada, re edgy". Pero no entendí nada. Pensé que se trataba de ser un forro que no le importa nadie ni nada. De ser "cool" ignorando todo.

Spoiler: no era eso.

De qué se trata realmente

El libro no te dice que no te importe nada. Te dice que elijas con cuidado qué te importa, porque tu energía y tus días no son infinitos.

Es decir, tenés una cantidad limitada de "me importa un carajo" para repartir en tu vida. Si gastás todos tus "me importa" en boludeces, no te quedan para las cosas que realmente valen.

¿Te vas a gastar la cabeza por un comentario pedorro en redes? ¿O por lo que piense gente que ni conocés? ¿O porque tu outfit no era perfecto ese día? O vas a guardarte esa energía para cosas que realmente mueven la aguja en tu vida.

Lo que entendí después de vivirla un poco

Con el tiempo te das cuenta que la mayoría de las cosas por las que te comías la cabeza eran una pérdida de tiempo total.

Esa piba que te ghosteó y te tuvo mal dos semanas? Ahora ni te acordás su apellido. Esa vergüenza que pasaste en la escuela que pensaste que ibas a cargar toda la vida? Nadie más se acuerda. Ese grupo de gente que no te invitó y te sentiste para el orto? Resulta que tampoco eran tan copados.

La vida te va enseñando a base de piñas que la mayoría de las cosas no importan tanto como creés que importan en el momento.

El problema de que todo te importe

Cuando te importa todo, nada te importa de verdad. Es matemática simple.

Si te angustias igual porque tu post no tuvo likes que porque estás teniendo problemas reales con tu familia, algo está mal. Si te pesa lo mismo una discusión con tu mejor amigo que un comentario random de un extraño en X, tenés que recalibrar.

Y lo peor es que vivir así te agota. Es mentalmente agotador estar en alerta constante, preocupado por todo, intentando controlar cómo te ven, qué piensan, si hiciste todo "bien". Es una forma de vivir en ansiedad permanente.

Elegir tus batallas (sin sonar a tu vieja)

Acá viene la parte que no entendí a los 17: no se trata de volverse un amargo que no le importa nada. Se trata de elegir conscientemente qué peleas vas a pelear.

¿Tu familia? Te importa. ¿Tus amigos cercanos? Te importan. ¿Crecer como persona? Te importa. ¿Tus proyectos? Te importan. ¿Lo que piense un random de internet sobre vos? No te tiene que importar un carajo.

Es como tener un presupuesto, pero en vez de plata, es atención y energía mental. No podés gastarlo todo en boludeces porque después no te queda para lo que importa.

Las cosas que dejé de que me importen

El ultimo tiempo fui soltando cosas. No fue de un día para el otro, fue de a poco, viviendo y cagándola y aprendiendo.

Dejó de importarme lo que piense gente que no es parte de mi vida. Literalmente, ¿por qué me iba a importar? No me conocen, yo no los conozco. Su opinión no tiene peso real en mi vida. Es ruido.

Dejó de importarme estar en todos lados. FOMO es una mierda, pero también es una mentira. No pasa nada si te perdés cosas. No pasa nada si no vas a esa juntada. No pasa nada si no estás al día con todas las series que "tenés que ver".

Dejó de importarme ser perfecto. Spoiler: nadie es perfecto y a nadie le importa tanto como vos pensás. Esa cosa que hiciste medio mal? Ya se olvidaron. Ese proyecto que no te salió como querías? Podés aprender y hacerlo mejor la próxima.

Dejó de importarme caerle bien a todo el mundo. No le vas a caer bien a todos. Es imposible. Y está bien. Algunas personas simplemente no van a conectar con vos y no es tu problema ni el de ellos. Es así nomás.

Las cosas que empezaron a importarme más

Cuando dejás ir las boludeces, te queda espacio mental para lo que realmente vale.

Me empezó a importar mi paz mental. Más que cualquier drama, más que cualquier quilombo ajeno. Si algo me saca la paz, me alejo. Simple.

Me empezó a importar mi tiempo. Es lo único que no recuperás. Dejé de hacer cosas por compromiso o por quedar bien. Si no quiero, no voy. Y listo.

Me empezaron a importar las relaciones que suman. No todas las amistades son iguales. Hay gente que te suma y gente que te resta. Empecé a invertir más en las que suman y a soltar las que restan.

Me empezó a importar hacer cosas que me llenen. No porque queden bien, no porque sea "productivo", sino porque me hacen bien. Leer sobre lo que me gusta, escribir, aprender cosas de mi campo, boludear, escuchar música que me gusta, lo que sea.

El balance que nadie te cuenta

Acá está la trampa: tampoco podés irte al extremo opuesto. No podés decir "ah, nada me importa" y volverte un forro egoísta que caga a todos.

El libro habla de "el sutil arte". Es sutil porque es un equilibrio. No es blanco o negro, es encontrar tu punto medio.

Hay cosas que tienen que importarte: la gente que querés, tu crecimiento, tu salud mental, ser una persona decente. Pero también hay que soltar las mil boludeces que te pesan al pedo.

Lo que pasa cuando dejás ir

Viví mejor. En serio. Menos ansiedad, menos angustia, menos vivir pendiente de validación externa. Más tranquilidad, más foco en lo que realmente quiero.

No significa que nunca me sienta mal o que todo me resbale. Sigo siendo humano, sigo teniendo días de mierda. Pero ahora tengo más claro qué merece mi energía y qué no.

Y eso cambia todo.

Para vos que estás leyendo esto

Si sos joven y te está costando entender de qué va esto, está bien. A mí también me pasó y me sigue pasando por que sigo aprendiendo. Capaz tenés que vivir un poco más, cagarte un poco más, para entenderlo de verdad.

Pero si ya viviste suficiente y seguís comiéndote la cabeza por cada cosa, este es tu recordatorio: no todo merece tu energía.

Elegí tus batallas. Soltá las boludeces. Invertí tu energía en lo que realmente mueve la aguja en tu vida. Y el resto? Que te importe un carajo (o dos, o tres... los que vos quieras).

Sin moraleja cursi

No voy a cerrar esto con un "y así fui feliz para siempre" porque sería mentira. Es un laburo constante. Hay días que vuelvo a caer en preocuparme por boludeces. Es parte de ser humano.

Pero cada vez que me doy cuenta, respiro, me pregunto "¿esto realmente importa?" y la mayoría de las veces la respuesta es no.

Y cuando la respuesta es no, lo suelto y sigo.

Simple, pero no fácil. Como todo lo que vale la pena.

Leí el libro de Mark Manson a los 17 y no entendí un pomo. Lo volví a leer años después y me cambió la forma de ver las cosas. A veces no es el libro, sos vos que todavía no estás listo para lo que dice.