logo

Pequeño (o gran) descargo

Un año de mierda, ansiedad, tristeza, no poder levantarme de la cama. Me encontré con un yo que no me gustaba. Pero acá estoy, todavía de pie, todavía queriendo salir de esto.

Escrito por Nacho el 11 de noviembre de 2025

Hola.

Este año, fué una reverenda mierda. No voy a romantizarlo ni buscarle nada positivo. Fue difícil, fue heavy, es de esos años que querés que terminen rápido.

Me encontré con un yo que no me gustaba. Con situaciones donde no supe reaccionar. Con días de no poder levantarme de la cama. Con kilos de más. Con ansiedad que me comía vivo. Con tristeza que no sabía de dónde venía.

Pero acá estoy. Todavía de pie. Todavía queriendo salir de esto.

Y eso, aunque no lo parezca, ya es algo.

El yo que no reconocía

Hubo momentos este año donde me miré al espejo y no reconocí a la persona que estaba ahí. No físicamente (aunque también), sino en lo profundo.

¿Cuándo me volví así? ¿Cuándo empecé a reaccionar de esta forma? ¿Cuándo perdí esa parte de mí que sabía manejar las cosas?

Me vi actuando de formas que no me gustaban. Diciendo cosas que no quería decir. Siendo una versión de mí que no quería ser.

Y lo peor es que no sabía cómo parar. Era como estar en piloto automático, viendo todo desde afuera, sin poder controlarlo.

Las situaciones donde no supe qué hacer

Hubo momentos este año donde simplemente me congelé. Donde no supe cómo reaccionar. Donde hice lo peor que podía hacer: nada.

Situaciones que requerían que haga algo, que diga algo, que tome una decisión. Y yo ahí, paralizado, viendo todo pasar.

Después venía la culpa. "Por qué no hice esto", "por qué no dije aquello", "por qué no reaccioné diferente".

Pero en el momento, no podía. Era como si mi cerebro se hubiera apagado y solo quedara el miedo, la confusión, la incapacidad de procesar.

La ansiedad que no paraba

Este año la ansiedad se volvió mi compañera constante. Despertaba con ella, me acostaba con ella, estaba ahí todo el puto día.

Esa sensación en el pecho. Ese nudo en el estómago. Esa cabeza que no para, que se hace mil películas, que ve problemas donde no los hay.

No podía relajarme. No podía estar tranquilo. Siempre había algo que me preocupaba, algo que me estresaba, algo que me tenía mal.

Y lo peor es que muchas veces ni siquiera sabía QUÉ me tenía ansioso. Era solo un estado permanente de alerta, de esperar que algo malo pase.

La tristeza de fondo

Debajo de todo, había una tristeza constante. No era depresión clínica (creo), sino mas bien un fondo de depresión (según mi terapeuta), pero era una melancolía que no se iba.

Días donde todo me parecía gris. Donde nada me emocionaba. Donde hacer lo más básico se sentía como escalar una montaña.

Cosas que antes me gustaban, ya no. Música que antes me movía, ya no me hacía nada. Gente con la que antes me reía, ahora me costaba fingir una sonrisa.

Era como vivir en una versión apagada de la vida. Todo funcionaba, pero sin color, sin sabor, sin ganas.

Los días de no poder levantarme

Hubo días, varios, donde simplemente no pude. No pude levantarme de la cama. No pude hacer las cosas básicas de ser humano.

No era flojera. Era algo más profundo. Una falta de energía total. Un peso en el cuerpo que no me dejaba moverme.

Y después venía la culpa: "perdí otro día", "no hice nada productivo", "soy un inútil".

Pero en el momento, no era elección. Era incapacidad. Era mi cuerpo diciéndome "no puedo más".

Los kilos que subieron

Jugué al Rugby desde los 13 años, este año tuve que dejar por temas personales, siempre fuí alguien super activo, pero...

En algún momento de este año, la ropa dejó de entrarme bien. Y después directamente no me entraba.

No sé cuándo pasó exactamente. Fue gradual, de a poco, hasta que un día me pesé y no podía creer el número.

Y vino todo junto: la vergüenza, la bronca conmigo mismo, el "cómo dejé que esto pase".

Pero la realidad es que cuando estás mal mentalmente, lo físico se va al carajo también. Comía por ansiedad, por tristeza, porque era lo único que me daba un poco de placer en el momento.

No fue "descuido". Fue supervivencia emocional con las herramientas que tenía.

Lo que me daba más bronca

Lo que más me jodía de todo esto era sentir que había perdido el control. Que no era yo el que manejaba mi vida, sino que la vida me manejaba a mí.

Veía a otros avanzando, logrando cosas, siendo funcionales. Y yo acá, apenas pudiendo con lo básico.

Me comparaba (sí, error, lo sé) y me sentía en el fondo. Como si todos hubieran entendido algo que yo no.

Y la pregunta constante: "¿qué mierda me pasa?"

Pero acá estoy

Y sin embargo, con todo eso, acá estoy.

No me rendí. No tiré todo al carajo aunque tuve ganas. No me quedé en el fondo del pozo aunque era tentador.

Seguí levantándome, aunque sea tarde. Seguí intentando, aunque fallara. Seguí buscando formas de estar mejor, aunque tardaran.

Algunos días fueron un poco mejor. Otros fueron igual de mierda. Pero seguí.

Y eso cuenta. Eso vale.

Lo que aprendí en el barro

Que estar mal no te hace débil. Estuve mal, muy mal, y no significa que sea un fracaso como persona. Significa que soy humano.

Que pedir ayuda no es rendirse. Hablé con gente, busqué terapia, acepté que no podía solo. Y eso fue lo más valiente que hice.

Que los días malos pasan. No siempre, no rápido, pero pasan. Y del otro lado hay días un poco mejores.

Que el progreso no es lineal. No es "cada día mejor". Es dos pasos adelante, uno atrás, medio de costado, un tropezón. Pero es movimiento.

Que está bien no estar bien. No tengo que fingir que todo está perfecto. Puedo estar en proceso, roto, tratando. Y eso es suficiente.

Las pequeñas victorias que nadie ve

Este año no logré cosas grandes. No cumplí objetivos. No "triunfé" en ningún sentido tradicional.

Pero logré cosas que nadie ve:

  • Días donde me levanté aunque no quería
  • Veces que pedí ayuda aunque me costaba
  • Momentos donde elegí intentar de nuevo
  • Decisiones de no rendirme aunque era lo más fácil
  • Días donde simplemente sobreviví, y eso fue suficiente

Esas son mis victorias. No son instagrameables. No las puedo poner en el CV. Pero son reales y valen más que cualquier logro "objetivo".

Lo que quiero para lo que viene

No voy a hacer promesas grandilocuentes. No voy a decir "el año que viene todo va a ser diferente" porque no sé si será así.

Pero sí sé lo que quiero, empezando desde ahora:

Quiero estar mejor. No perfecto, no curado, no "resuelto". Solo mejor. Un poco más funcional, un poco más yo.

Quiero ser más amable conmigo. Dejar de castigarme por estar mal. Dejar de compararme. Dejar de exigirme lo que no puedo dar.

Quiero seguir intentando. Aunque cueste. Aunque falle. Aunque tarde. Seguir intentando.

QUIERO RECUPERAR PARTES DE MI QUE SE PERDIERON. O ENCONTRAR NUEVAS VERSIONES. O SIMPLEMENTE, CONSTRUIR ALGO NUEVO CON LOS PEDAZOS QUE QUEDARON.

Para cerrar (sin mentirte)

Este año fue una mierda. No voy a decir "pero aprendí mucho" como si fuera una película inspiradora. Fue difícil y ya.

Me encontré con un yo que no me gustaba. Con situaciones que no supe manejar. Con días oscuros que no quiero repetir.

Subí de peso. No me levantaba de la cama. Tuve ansiedad y tristeza de fondo todo el tiempo, no dormía ni descansaba bien, no tomaba mate ni escuchaba musica (que es una actividad que hago solo en mi cuarto y según mi vieja, cuando no hago eso, es porque algo me pasa)

Pero acá estoy.

Roto, sí. Cansado, también. Pero de pie.

Y mientras esté de pie, hay chance. Hay posibilidad. Hay un "todavía".

Todavía puedo mejorar. Todavía puedo sanar. Todavía puedo encontrar una versión de mí que me guste más.

No hoy. No mañana. Pero eventualmente.

Y hasta que eso pase, simplemente sigo. Un día a la vez. A veces una hora a la vez.

Porque rendirse es fácil. Seguir es lo difícil.

Y yo siempre voy a elegir lo difícil.

Elegí seguir.

Para mi yo del futuro: espero que cuando leas esto, estés mejor. Pero si no, espero que al menos sepas que lo intentaste. Y eso siempre va a valer. gracias por no rendirte cuando yo no pude ver la salida. Gracias por seguir aunque no sabías a dónde ibas. recordá este año. No para sufrir de nuevo, sino para recordar que si sobreviviste a esto, podés con lo que venga. si estás leyendo esto desde un lugar mejor, celebrá. Si todavía estás en el barro, recordá que ya sobreviviste esto una vez. Podés hacerlo de nuevo. Y si no podés solo, pedí ayuda. Eso también es fortaleza.

Gracias por leer, su fiel intento de escritor, Nacho.

Este año fue una mierda. Me encontré con un yo que no me gustaba. Tuve días donde no pude con nada. Pero acá estoy. Y mientras esté acá, hay chance.